Los mejores momentos de la vida siempre hacen que uno acabe despeinado.
Seguramente hacías el amor o saltabas de un paracaídas. Despertabas de un sueño reparador, o la brisa de la playa en un buen día de verano golpeaba tu rostro.
Tu pelo, libre y al aire durante ese día de campo en primavera, no era más que eso, libertad.
Después de todo, los días más felices de la vida los pasamos libres, despeinados.
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